sábado, 20 de agosto de 2011

Decálogo para abordar el problema de “Educar en una cultura del espectáculo”, según Johan Ferrés.



I
Ten claro que la escuela ha cambiado, de la mano de una sociedad que se ha dejado fascinar por la inmediatez; por eso hay que adaptarse a los nuevos vientos, con lucidez. La mayoría de personas quieren ser estrellas, tienen el referente cultural y de vida que les ofrece el televisor, viven la vida como una representación de sí mismas y buscan el máximo de emoción y sensacionalismo que le pueda ofrecer sus sentidos, que los relatos, los contenidos y la tecnología sean dinámicos e implicativos.
II
Como maestro debes conectar con tus estudiantes, hay que tener claro que son producto de una época, son personas que sólo se encuentran satisfechas cuando se sienten muy estimuladas, personas que no soportan el aburrimiento, pero que se aburren con facilidad; con un pensamiento discontinuo y simultáneo, evoca la idea de un mosaico de conocimientos inconexos adheridos al cerebro humano y sin ninguna relación entre sí, pero también hay más capacidad que las generaciones anteriores para la intuición, situación en el espacio, simultaneidad, rapidez de reflejos, capacidad de integración de estímulos viduales y sonoros.
III
Hay que tener claro que las palabras son conceptos de las regularidades que observamos en la naturaleza. Las imágenes no representan conceptos, representan cosas. El telespectador es más un animal vidente que un animal simbólico; básicamente la diferencia entre el lenguaje escrito y el lenguaje audiovisual reside en que: el uno es el medio de expresión del concepto y el otro del cuerpo, le da densidad, repercusión, duración y público.
IV
A pesar de que exista un conflicto entre la escuela y la televisión hay que seguir funcionando; toda persona se descubre a sí misma dentro del conflicto. Debe haber una conciliación del sujeto consigo mismo y con la realidad, una integración entre cuerpo y espíritu, entre emoción y razón, entre conocimiento y deseo. Es absurdo pensar que pueda haber aprendizaje sin pasión por aprender y por lo que se ha de aprender; es absurdo pensar que puedan darse pasos en la asimilación cultural sin pasión por la cultura y por el objeto concreto de la cultura; es un error disociar aprendizaje y placer, aprendizaje y emoción.
V
Para poder tener acceso a la realidad hay que tener en cuenta al observador (estudiante); la seducción así como puede ser un mecanismo perverso para atrapar, para perder, puede ser también un mecanismo liberador para impulsar, para catapultar.
VI
Hay que buscar la conciliación entre emotividad y racionalidad, (El educador como creador de deseo) según Bertrand Rusell, “La razón es, y sólo debería ser, esclava de las pasiones. Los deseos, las emociones, las pasiones (se puede elegir la palabra que se desee) son las únicas causas posibles de la acción. La razón no es la causa de acción, sino sólo un regulador.” Spinoza dijo que el deseo es la verdadera esencia del hombre. Y Platón aseguró que el fin de la educación estriba en enseñar a desear lo que se debe enseñar.
VII
Se debe incentivar la reflexión crítica, el profesor tenderá un puente en el cerebro pensante y el cerebro emotivo, entre la abstracción y la concreción, entre el aula y la vida cotidiana, hay que usar la imagen como puente, ya que ella es síntesis, es a un tiempo presencia y ausencia, conocimiento y misterio, realidad y símbolo, emoción y sentido, es una paradoja. No se trata de sustituir la emoción por la reflexión, ni viceversa, sino de hacer que la emoción genere reflexión.
VIII
Hay que tener claro que el ser humano es una realidad, un ecosistema. Cada facultad influye en las demás. Aunque el aprendizaje se realice fundamentalmente mediante la comunicación verbal oral, se activan también, consciente o inconscientemente, los otros sentidos. A la hora de enseñar hay que tener en cuenta la distribución física de los alumnos en el espacio, la correcta visibilidad y la correcta audición, la insonorización, la iluminación, el color de las paredes, la decoración, la ambientación, la comodidad de los asientos, la ventilación, la temperatura…, el educador, como el seductor, ha de preparar su intervención cuidando hasta el menor detalle, ejerciendo al máximo el control sobre los elementos.
IX
No se le es permitido al educador instalarse en una sola tecnología, en una única forma de comunicación. Han de ensayar constantemente nuevas fórmulas comunicativas, han de avaluar continuamente cuáles son las más útiles, las más eficaces. Han de ser capaces de repensar la cultura, extrayendo de cada medio y de cada recurso lo mejor que pueda dar de sí. Y han de saber reinventar constantemente el discurso verbal, tanto en la línea de tender puentes entre concreción y abstracción, entre emotividad y racionalidad, como en la de encontrar nuevas fórmulas verbales para la provocación, para el desafío.
X
Gracias a la multiplicidad de recursos, de medios, de tecnologías con que cuenta el profesor, puede incorporarse en el aula unos medios que fuera de ella han demostrado su capacidad movilizadora, el desafío con que se enfrenta el maestro es poder diseñar unas estrategias didácticas más variadas y creativas de lo que suele ser habitual en las aulas, unas estrategias que, para funcionar como alquimia, han de conciliar lo emotivo y lo racional, la movilización y la cognición, la imagen y la palabra, extrayendo de cada polaridad sus mejores potencialidades.



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