martes, 12 de abril de 2011

“Aprender a leer” de Bruno Bettelheim y Karen Zelan.

En el primer capítulo, llamado el acceso a la instrucción, del libro "Aprender a leer" se hace énfasis en la importancia que tiene la escuela para el niño ya que no solo es la institución más importante de la sociedad, sino también es la que educa al individuo en su parte mental y sensible. Muchas veces lastimosamente no se tiene presente realmente la importancia de éste establecimiento, haciendo primar las necesidades del establishment pedagógico sobre las del niño y lo peor es que el pequeño llega convencido de que en la escuela lo que prima es su crecimiento intelectual y personal. Y aunque en muchos casos se obre con la mejor intención esto no es suficiente para lograr lo que realmente se desea.


El primer encuentro que tiene el niño con otro lugar fuera del colegio es el jardín, dependiendo de las experiencias que él tenga creará un concepto favorable o no de sí mismo en relación con el mundo, ya que es en éste lugar donde el niño aprende a jugar con otros niños y se acerca al mundo estudiantil. Es el maestro el encargado de ayudar a que el contacto del niño con el sistema pedagógico pueda ayudarle a mejorar experiencias anteriores no favorables para su desarrollo. En el caso de la lectura, si el niño no tuvo la adecuada motivación para desarrollar ésta habilidad en su hogar, se podría con esfuerzo y un docente capacitado, que use un adecuado sistema de enseñanza de lectura, que la opinión que el niño experimente del aprendizaje sea agradable y así también será su experiancia con otro tipo de conocimiento aseguran Bettelheim y Zelan.


Por el contrario de lo que se creía anteriormente de que la letra con sangre entra, es necesario que el niño haga de la lectura algo deseable, que cree la capacidad de comprender, utilizar y disfrutar del lenguaje, esto teniendo confianza en su propia inteligancia y en sus aptitudes académicas.


No debe ver la lectura como un simple descifrar lo que dice ahí, es más importante el dominar las habilidades de las lectura para alcanzar esa meta de aprender a leer y escribir para poder disfrutar de ese mundo maravilloso e interesante que ofrece los libros, y que solo por éste medio podrá beneficiarse de una gran variedad de historias que le ayuden a una mejor comprensión del mundo, pero este gusto por la lectura se forma más facilmente en niños que han aprendido a leer en casa con textos que les gustan y no con libros educativos sin un contenido significativo y que subvalora sus capacidades.


El que un niño ame o no el leer y por consiguiente el conocimiento depende de: sus antecedentes familiares, lós métodos que se implementaron para enseñarle a leer y el contenido de los libros que se utilizaron para tal fin.


En el segundo capítulo "Por qué a los niños les fastidia leer", se enfoca más en la importancia de los contenidos de los textos, el significado que estos ofrecen a los niños, una palabra no es importante por el hecho de que sea o no el objeto o se parezca a éste, es importante porque significa o imparte un significado. La lectura torna sentido por la resonancia que las palabras evocan en nuestro inconsciente, la importancia de la que habla Dewey de que se enseñe a todo el niño. Si se convierte el conocimiento en una obligación o en una acumulación de buenas notas, el niño creará rechazo hacia el aprendizaje, en los errores que un niño tenga para el leer se puede encontrar una comprensión de las necesidades del niño.


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domingo, 10 de abril de 2011

AUTOBIOGRAFÍA

Autobiografía

“Todo gira y gira”, como dice Fito Páez, y así pienso que ha ocurrido todo en mi vida; se ha formado de puntos que se vuelven a encontrar, pero no como círculos sueltos, sino como un caracol, ya que nadie se baña dos veces en el mismo río.


Mi madre, una morena que amaba los libros así como el color rojo en sus labios y uñas, tenía un carácter cálido y afable hacia la humanidad y, en general, hacia casi todo y en ese espíritu entre revolucionario y altruista fue que coincidió con mi papá; una entrega a la humanidad un poco cursi para mi gusto. Ellos se conocieron en clase, en medio de libros de filosofía, sociología, historia, etc.




Carlos Alberto Sotomonte era un hombre que deseaba poder hacer un mundo feliz; el profesor de la UCC y estudiante de medicina de la UIS coincidió en el mismo espacio físico – temporal con mi madre; ella era una de sus alumnas más interesadas y cabe decir que no solamente la movía hacia él la pasión por el conocimiento, sino también la pasión por sus labios, pelo y en fin no quiero seguir describiendo porque no los quiero sonrojar a ustedes queridos lectores, ni es muy agradable para mí como su hija pensar en eso. Mejor dicho a lo que quiero llegar es que tanto mi madre como el que me dicen que es mi padre amaban los libros y todo lo que se pudiera dar en torno a ellos, y es que esa pasión es contagiosa, porque preferí muchas veces quedarme con la lectura de cuentos de mi madre e inventar historias en mi cabeza que salir al mundo que me aterrorizaba.


En el colegio fue agradable y fácil aprender a leer porque ya traía ese hábito de mi casa, pero el escribir no fue satisfactorio porque mi letra era como gaviotas volando; como decía mi madre, es una letra sólo para mí.


Lo libros en mi infancia fueron una buena compañía; me encantaban los textos de medicina de mi padre con todas las imágenes de cráneos, músculos, sistema digestivo, etc. Luego vino “Del amor y otros demonios”, “Cien años de soledad”, “Doce cuentos peregrinos”, “Mujercitas” y muchos otros, entre los cuales estaban los que ponen a leer a todo el mundo en el colegio.


Con el pasar de los años el gusto por la lectura se desplazó un poco por el teatro y digo que no del todo porque los guiones que ensayábamos exigían leer otro tipo de cosas para complementar el perfil de un personaje, conocer la historia del lugar en el que se encontraban o cualquier otra ayudita extra que puede ofrecer solamente un buen libro. Está pasión por el teatro me llevó a estudiar Medios Audiovisuales y luego Licenciatura en español y literatura y es que aunque parezca extraño para alguno de ustedes los rizomas que uno puede desarrollar en su mente son sorprendentes. Bueno y para finalizar esta historia solo interesante para mí, aunque faltan muchos datos que no quiero contar por respeto a mi hija, hablaba de que la vida tiene círculos porque esa pasión por la lectura de mi infancia volvió a mí con más fuerza, como decía mi viejo profesor de teatro: “El arte es como una venérea; aunque te quieras deshacer de ella, algún día regresará”.