lunes, 17 de octubre de 2011

Un oficio inusual para unos y muy usual para otros


Necesitaba ir a una reunión que requería un presentación especial, así que decidí ir a arreglarme el cabello a una peluquería que queda cerca a mi casa, la cual está ubicada a dos cuadras del parque principal de Floridablanca, estuve buscándola por unos minutos hasta que la encontré, menos mal que eran las 5:00 p.m. y la reunión a la que debía ir era a las 8:00 p.m., tenía tiempo de llegar. La peluquería Cheveux estaba medio desocupada así que a las 5:05 p.m., ya pude tomar mi puesto. Quien me atendió se llama Carlos, pero yo le hubiese puesto Carla ya que tenía su cabello totalmente tinturado, las cejas depiladas en forma de V, los ojos levemente maquillados, brillo y botox en los labios, polvo y un toque de rubor en la cara, además de estos rasgos no se veía ningún otro que denotara el ser travestí, ya que, su cuerpo era bastante varonil. Carlos me pidió que me sentará para poder empezar con el "cepillado" y porteriormente el "planchado", luego de que otro compañero del salón me lavara el cabello. Por cuestiones del destino mi cabeza recordó que tenía que hacer una crónica sobre una profesión no usual y decidí establecer una conversación con mi peluquero para ver que podía obtener. Empezamos a dialogar, le conté que necesitaba hacer un trabajo para la universidad y que yo admiraba mucho el trabajo de peluquero, ya que habían personas muy cansonas que nunca quedaban satisfechas con nada, él me dijo que a comparación de la otra profesión que tenía ésta era mucho más sencilla.
Carlos se hacía llamar Sabrina, ese era el nombre con el que lo conocían sus amigos y sus parejas, él tiene en éste momento 37 años; a los 14 vivío en Bogotá en un barrio muy pobre y tenía amistades muy fuertes que le llevaron a consumir en un comienzo marihuana y luego todo tipo de drogas, en una de esas aburrido porque su mamá se la pasaba peleando en la casa porque la plata no le alcanzaba, decidió medírsele a lo que fuera; le comentó a sus amigos que quería trabajar y uno de ellos le contó que conocía un tipo que le podía colaborar, su amigo le explicó que le tocaba acostarse con otros hombres y que por eso pagaban muy bien que su vida iba a cambiar y efectivamente así fue.
Carlos o Sabrina se fue a trabajar vestido normal y por ser joven y simpático consiguió bastantes clientes (cabe anotar que estamos hablando de prostitución infantil); y dinero, el dice que a eso de los 17 años ya tenía toda la ropa y accesorios para vestirse de travesti y que le empezaron a atraer realmente los hombres, ya no necesitaba droga para estar con ellos. A los 20 años conoció al dueño de un prostíbulo de hombres en Francia quien venía por jóvenes simpáticos y con rasgos latinos, él pasó la prueba y se fue para allá. Yo le pregunté que si no era peligrosa esa profesión: él me dijo que sí lo habían apuñalado varías veces, pero que el siempre iba bien respaldado y se sabía defender; además dijo: "en Francia la gente es un poco más liberal que acá, pero no falta el que quiera hacer cosas raras con uno. Con lo que ahorré por allá me vine y monté mi peluquería duré trabajando cinco años allá y tuve implantes de senos, pero me lo quité antes de volver por mi mamá, la extrañaba mucho y no sabe nada, es una abuelita, yo voy con ellas a todas partes. En Francia uno gana muy bueno dependiendo de lo que tenga que hacer, cada tipo de sexo tiene un pago diferente, incluso me dijo algunas palabras en francés con las que ellos ofrecían sus servicios." Para concluir me dijo: "yo no voy a negar que me gusta éste trabajo de peluquero, pero cuando necesito dinero extra me voy a Bogotá a acostarme con clientes que tengo, yo sé que soy bueno en eso , incluso en mis mejores tiempos en un mes me llegué a hacer once millones de pesos."
Terminó de arreglarme el cabello, yo pagué los $15.000 y me fui para la reunión que tenía sin dejar de pensar en los 11.000.000 de pesos mensuales que una persona, incluida yo, con un trabajo común jamás se ganaría.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Imitando 5



Imitando 4



Imitando 3



Imitando 2



Imitando 1



Crónica del bus



Martes 27 de septiembre son las 9:00 a.m. y espero un bus que me lleve a la UIS, necesito ir a clase. En la parada se encuentran otras cinco personas y doy gracias a Dios, porque el día anterior habían robado a una muchacha en ese preciso lugar, aunque fue tarde de la noche, pero jamás se sabe.
Duro aproximadamente 10 minutos esperando el bus, mientras tanto pasan buses para Girón,el centro,el terminal y ni uno solo para la UIS; empiezo a desesperarme y pensar en que fue bueno llegar pronto a la parada porque se demora más o menos 40 minutos en ir el bus de la autopista de Papi quiero piña a la UIS. Y es que ésta parada en la que me encuentro es bastante concurrida, ya que allí se bajan la mayoría de personas que viene viajando de lugares como San gil, Socorro, Bogotá, etc; con sus mil maletas y la gallinita amarrada por las patas que no falta. Hay dos casetas feamente arregladas, no puede faltar el oxido, el televisor pequeño con Caracol o RCN (obviamente estos canales hacen parte del mal gusto que muchas veces nos caracteriza como colombianos), o en su defecto el radio con música popular: rancheras, reggaetón o vallenato; la música perfecta para motivar a las personas a que compren un buen pedazo de chunchullo, papás de paquete duras o una gaseosita con oxido debajo de la tapa.
9:10 a.m., por fin el bus de Caracolí pasa; autopista, carrera 33 y la Universidad, para mi problema, las 5 personas que estaban en la parada se suben en el mismo bus y estoy en el último lugar, así que me toca hacer 1.000 piruetas para no caerme del bus, mientras arranca, ya que quedo prácticamente por fuera; por fin paso la caja registradora, pago, pero el querídisimo chofer se demora en darme "las vueltas"( y es que por cierto cada vez le suben de a 100 o $200 al pasaje, a ese paso en dos años valdrá $3.000). Siento que alguien me observa detenidamente, y precisamente al lado de él me tengo que sentar porque ya habían ocupado los otros puestos, para poderme sentar le tuve que pedir al muchacho que se corriera,ya que tenía sus piernas lo más distantes posible la una de la otra ocupando los dos puestos.
A las 9:30 a.m., me encuentro en el puente la Flora, y como ya me había acomodado medio bien, me doy tiempo para observar lo que ocurre al rededor y noto que el muchacho que está al lado mío observa todo el tiempo la gente que se sube y se baja del bus, con una cara de quien jamás se ha subido a alguno de estos medios de transporte; y es que era todo un papacito; alto, acuerpado, cara cuadrada, cejas espesas, boca rosadita, ojos grandes y estaba bien vestido, bolso con una marca reconocida, los zapatos...bueno, eso si no le alcancé a ver porque ya quedaba muy obvio que me había causado curiosidad, por no decir algo más y es que yo aprovechaba que el mirara por la ventana para poder analizarlo palmo a palmo; en ese ir y venir el chofer trataba de atropellar a cualquier peatón o moto que se le atravesara, le subía el volumen a la radio en la cual promocionaban la purga, la vitacerebrina, en fin , le prometían todas las soluciones a los problemas de la humanidad por medio de pastillas o brujos o lo que se atravesara.
Por fin llegué y el papacito también se bajo en la parada de la UIS donde lo estaba esperando la novia, yo entre a la U a las diez de la mañana, recibí mis clases y volví a la parada del bus a esperar de nuevo el show.