La literatura es un arte y como tal tiene la finalidad de
que el ser humano explique el ser, es decir, trascienda más allá de lo que la
rutina no le deja ver; por medio de las palabras se describe la belleza de
todas las formas, situaciones, colores, sabores, excesos… Cuando como lectores
nos enfrentamos a un texto, estamos entrando en un nuevo mundo, el cual nos
ofrece experiencias inigualables gracias a la habilidad del escritor para
plasmar la realidad o fantasía que desea mostrar.
El abrir la mente a nuevas experiencias permite que se
vea lo hermoso en lo feo, lo dulce en lo amargo, la vida en la muerte, la
alegría en la miseria, la felicidad en la tristeza, es decir, gracias a las
múltiples historias, culturas, emociones, sensaciones, espacios, tiempos,
personajes, lugares que conocemos en los cuentos, poemas, novelas, tragedias,
dramas, comedias, etc., podemos encontrar nuevos sentidos a la vida cotidiana,
entender que no siempre hay una respuesta a cualquier pregunta que se nos
plantee, sino que se puede buscar toda la baraja de posibilidades que nos
ofrece el mundo en el que nos encontramos.
En la novela La
estrella del destino, de Nepomuceno Navarro, se cuenta la historia de la colonización de
América y el cómo, un personaje transgresor femenino, logra romper, por un
momento, el esquema con el que se veía a la mujer indígena de ese momento, pero
es callada por la bayoneta homicida; la sociedad, de ese entonces, se pone la
máscara de la violencia, esa parte oscura del ser. Estado violento que se sigue
manifestando en la novela Flor de fango,
de José María Vargas Vila, contra el personaje
femenino, que, por pasar por encima de la norma, es ajusticiada por una
sociedad enferma de poder, la cual no acepta que una mujer defienda su derecho
a la libertad; tema común con la novela La
tejedora de coronas, de Germán Espinosa, en la cual Genoveva Alcocer
transgrede todas las normas, se quita la máscara que le ha impuesto la
sociedad, de mujer sumisa y se pone su propia máscara; ella decide ser una
mujer intelectual, asumir su libertad sexual, su libertad de vida. Finalmente,
es quemada en la hoguera. Sociedades represivas que se muestran de una manera
cada vez más cruel; en la novela Viento
seco, de Daniel Caicedo, se describe
la violencia partidista en Colombia, país que no tolera las diferencias
políticas y utiliza la violencia sexual para demostrar poder frente a los
demás, su personaje principal, Cristal, es obligada a tener intimidad con más
de diez hombres.
La violencia muta en la sociedad de diversas formas, la
ambición del hombre lo lleva a ser injusto con los otros y, por ende, se crea
una sociedad llena de odio; en el caso de la novela Pedro Hernández, de Alberto García Herreros, el amor se ha
convertido en un negocio, lejos de todo significado espiritual; el personaje
principal se casa con su prometida por un interés económico. En Delirio, de Laura Restrepo, se refleja
una doble moral, hay una forma delirante
de enriquecerse, un conflicto constante entre, el ser y el parecer, en Don Simeón torrente ha dejado de... deber,
de Álvaro Salom Becerra, también se critica el tener que endeudarse para poder
mantener las apariencias y la relación implícita de este materialismo con un
ser que, en el fondo, ve en el otro, un competidor.
Ambición que luego se refleja en una sociedad paisa que
utiliza la muerte de los otros como medio de obtener un sustento económico; en La virgen de los sicarios, de Fernando
Vallejo, se muestra el mundo del sicariato, en el cual se emplean los rezos a
la Virgen María Auxiliadora como un medio
para que ella los ayude a tener mejor puntería a la hora de matar a sus
víctimas y así asegurar el dinero que les dan por cada muerto. Nahum Montt, en
su novela El eskimal y la mariposa,
relata también el mundo de los sicarios, pero en Bogotá; recrea aquella
atmósfera de desolación y desesperanza que gira en torno a seres humanos que
asesinan a otros. Primero estaba el mar,
de Tomás González, es una obra que se desarrolla frente al mar, en donde sus
protagonistas llegan a un pueblo costero cargados de ilusiones, pero lo que
encuentran es violencia, sus sueños destruidos y su felicidad perdida. Todas estas miradas hacia los conflictos
sociales, permiten vernos hacia adentro como individuos.
Hay una ruptura en la literatura y, tal vez, en la manera
de ver lo sucesos de los individuos; en Maracas en la ópera, de Ramón Illán
Bacca, el sincretismo musical se muestra en esta obra como una necesidad en el
hombre de expresarse, ya sea para protestar, para denunciar, para evadirse,
para transformar y desechar algo con lo que no se está de acuerdo. Asimismo,
dicho sincretismo, es reflejo de la realidad y es un medio que permite atacar
el contexto colombiano sin usar la violencia como herramienta de poder.
Mediante la música es posible persuadir y crear conciencia de una problemática,
ya sea para confrontarla o evadirla. Se reformula la historia colombiana (la
novela histórica), mediante una nueva mirada, un mirada irónica y sesgada que
introduce nuevos matices que alivian la gravedad con la que casi siempre se ha
tratado la violencia en Colombia. A través de un humor fresco e inteligente, el
escritor rescata de las miserias de la vida cotidiana a toda una infantería de
seres desgraciados que van desgranando sus experiencias insólitas a una
velocidad trepidante. Los autores empiezan, por medio del humor, a retratar la
sociedad, se busca un escape; en Cambio
de voz, de Irene Vasco, por medio de seis cuentos, se muestra el juego de
las apariencias que se dan entre los personajes y los valores de uso por los
valores de cambio; humor que utiliza también Triunfo Arciniegas en sus cuentos;
la vida se convierte en una sátira, es tan insoportable que no vale la pena
retratarla tal cual en los textos.
Luego del hastío no queda más que reconciliarnos como
individuos con nosotros mismos, los demás y, por qué no, con Dios; regresar a
nuestra esencia; en Si preguntan por mí, de Beatriz Zuluaga, se da una ruptura social entre lo que espera la
sociedad y lo que realmente somos; no más pinturas, se hace un regreso al ser
que busca Gonzalo Arango en su obra Providencia,
el hombre y la mujer que se propone, son unos seres que deben retomar el camino
hacia la espiritualidad, hacia el perdón, entre otras muchas obras literarias
que se analizan en este libro desde diversas temáticas, que permiten ver esas
constantes pulsaciones humanas entre el Eros y el Tánatos, entre la vida y la
muerte; esto aplica precisamente en nuestra sociedad colombiana: dejar atrás
los odios y ser capaces de reconciliarnos, de dialogar con el otro, buscar un
mundo sin decadencia, por qué no, un país más justo. Lograr crear un proceso de
concientización de nosotros mismos, permitirá crear una nueva literatura
latinoamericana que refleje esa sociedad justa que tanto necesitamos.
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