viernes, 7 de julio de 2017

EN BÚSQUEDA DE ÉROS Y TÁNATOS

La literatura es un arte y como tal tiene la finalidad de que el ser humano explique el ser, es decir, trascienda más allá de lo que la rutina no le deja ver; por medio de las palabras se describe la belleza de todas las formas, situaciones, colores, sabores, excesos… Cuando como lectores nos enfrentamos a un texto, estamos entrando en un nuevo mundo, el cual nos ofrece experiencias inigualables gracias a la habilidad del escritor para plasmar la realidad o fantasía que desea mostrar.
El abrir la mente a nuevas experiencias permite que se vea lo hermoso en lo feo, lo dulce en lo amargo, la vida en la muerte, la alegría en la miseria, la felicidad en la tristeza, es decir, gracias a las múltiples historias, culturas, emociones, sensaciones, espacios, tiempos, personajes, lugares que conocemos en los cuentos, poemas, novelas, tragedias, dramas, comedias, etc., podemos encontrar nuevos sentidos a la vida cotidiana, entender que no siempre hay una respuesta a cualquier pregunta que se nos plantee, sino que se puede buscar toda la baraja de posibilidades que nos ofrece el mundo en el que nos encontramos.
En la novela La estrella del destino, de Nepomuceno Navarro,  se cuenta la historia de la colonización de América y el cómo, un personaje transgresor femenino, logra romper, por un momento, el esquema con el que se veía a la mujer indígena de ese momento, pero es callada por la bayoneta homicida; la sociedad, de ese entonces, se pone la máscara de la violencia, esa parte oscura del ser. Estado violento que se sigue manifestando en la novela Flor de fango, de José María Vargas Vila, contra el personaje  femenino, que, por pasar por encima de la norma, es ajusticiada por una sociedad enferma de poder, la cual no acepta que una mujer defienda su derecho a la libertad; tema común con la novela La tejedora de coronas, de Germán Espinosa, en la cual Genoveva Alcocer transgrede todas las normas, se quita la máscara que le ha impuesto la sociedad, de mujer sumisa y se pone su propia máscara; ella decide ser una mujer intelectual, asumir su libertad sexual, su libertad de vida. Finalmente, es quemada en la hoguera. Sociedades represivas que se muestran de una manera cada vez más cruel; en la novela Viento seco,  de Daniel Caicedo, se describe la violencia partidista en Colombia, país que no tolera las diferencias políticas y utiliza la violencia sexual para demostrar poder frente a los demás, su personaje principal, Cristal, es obligada a tener intimidad con más de diez hombres.

La violencia muta en la sociedad de diversas formas, la ambición del hombre lo lleva a ser injusto con los otros y, por ende, se crea una sociedad llena de odio; en el caso de la novela Pedro Hernández, de Alberto García Herreros, el amor se ha convertido en un negocio, lejos de todo significado espiritual; el personaje principal se casa con su prometida por un interés económico. En Delirio, de Laura Restrepo, se refleja una doble moral, hay una  forma delirante de enriquecerse, un conflicto constante entre, el ser y el parecer, en Don Simeón torrente ha dejado de... deber, de Álvaro Salom Becerra, también se critica el tener que endeudarse para poder mantener las apariencias y la relación implícita de este materialismo con un ser que, en el fondo, ve en el otro, un competidor.

Ambición que luego se refleja en una sociedad paisa que utiliza la muerte de los otros como medio de obtener un sustento económico; en La virgen de los sicarios, de Fernando Vallejo, se muestra el mundo del sicariato, en el cual se emplean los rezos a la Virgen María Auxiliadora como un medio  para que ella los ayude a tener mejor puntería a la hora de matar a sus víctimas y así asegurar el dinero que les dan por cada muerto. Nahum Montt, en su novela El eskimal y la mariposa, relata también el mundo de los sicarios, pero en Bogotá; recrea aquella atmósfera de desolación y desesperanza que gira en torno a seres humanos que asesinan a otros. Primero estaba el mar, de Tomás González, es una obra que se desarrolla frente al mar, en donde sus protagonistas llegan a un pueblo costero cargados de ilusiones, pero lo que encuentran es violencia, sus sueños destruidos y su felicidad perdida.  Todas estas miradas hacia los conflictos sociales, permiten vernos hacia adentro como individuos.

Hay una ruptura en la literatura y, tal vez, en la manera de ver lo sucesos de los individuos; en  Maracas en la ópera, de Ramón Illán Bacca, el sincretismo musical se muestra en esta obra como una necesidad en el hombre de expresarse, ya sea para protestar, para denunciar, para evadirse, para transformar y desechar algo con lo que no se está de acuerdo. Asimismo, dicho sincretismo, es reflejo de la realidad y es un medio que permite atacar el contexto colombiano sin usar la violencia como herramienta de poder. Mediante la música es posible persuadir y crear conciencia de una problemática, ya sea para confrontarla o evadirla. Se reformula la historia colombiana (la novela histórica), mediante una nueva mirada, un mirada irónica y sesgada que introduce nuevos matices que alivian la gravedad con la que casi siempre se ha tratado la violencia en Colombia. A través de un humor fresco e inteligente, el escritor rescata de las miserias de la vida cotidiana a toda una infantería de seres desgraciados que van desgranando sus experiencias insólitas a una velocidad trepidante. Los autores empiezan, por medio del humor, a retratar la sociedad, se busca un escape; en Cambio de voz, de Irene Vasco, por medio de seis cuentos, se muestra el juego de las apariencias que se dan entre los personajes y los valores de uso por los valores de cambio; humor que utiliza también Triunfo Arciniegas en sus cuentos; la vida se convierte en una sátira, es tan insoportable que no vale la pena retratarla tal cual en los textos.


Luego del hastío no queda más que reconciliarnos como individuos con nosotros mismos, los demás y, por qué no, con Dios; regresar a nuestra esencia; en Si preguntan por mí,  de Beatriz Zuluaga, se da una  ruptura social entre lo que espera la sociedad y lo que realmente somos; no más pinturas, se hace un regreso al ser que busca Gonzalo Arango en su obra Providencia, el hombre y la mujer que se propone, son unos seres que deben retomar el camino hacia la espiritualidad, hacia el perdón, entre otras muchas obras literarias que se analizan en este libro desde diversas temáticas, que permiten ver esas constantes pulsaciones humanas entre el Eros y el Tánatos, entre la vida y la muerte; esto aplica precisamente en nuestra sociedad colombiana: dejar atrás los odios y ser capaces de reconciliarnos, de dialogar con el otro, buscar un mundo sin decadencia, por qué no, un país más justo. Lograr crear un proceso de concientización de nosotros mismos, permitirá crear una nueva literatura latinoamericana que refleje esa sociedad justa que tanto necesitamos.
 

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