viernes, 7 de julio de 2017

LA IRONÍA, HACIA EL PODER DEL BLANCO, EN ALGUNOS POEMAS DE LUIS PALÉS MATOS

La ironía permite decir las cosas sin hacerlo de una manera directa; se recurre a la ironía en discursos políticos, por ejemplo, cuando no se quiere mencionar directamente un tema que pueda generar problemas, pero se deja muy claro el mensaje dicho: “La doble posibilidad argumentativa que presenta el fenómeno irónico, lo convierte en una estrategia comunicativa altamente comunicativa y socialmente poderosa.” (Crespo Lajara, 2008, p.86) Cuando alguien se refiere a otra persona y lo elogia delante de los demás, pero esos otros saben que en realidad se refiere a una burla, para poder entender la ironía se hace necesario tener conocimiento sobre lo que realmente se quiere decir. En el caso de la literatura se presenta también ese carácter social para ridiculizar a alguien en específico:

En la literatura muchas veces se persigue la ridiculización de un grupo o de una tendencia con ánimo de mover a la risa, aunque sea cruel. Muchas veces el autor literario intenta crear en el lector un efecto humorístico con el fin de concienciarlo de un problema o hacerlo consciente de una realidad a través del humor y la ironía. (Villarrubia Zúñiga, 2010, p. 34)

El humor y la ironía exigen conocimientos acerca de la historia o el contexto en el cual se desarrollan, para lograr comprender la realidad que se está intentando mostrar. Para poder interpretar la ironía en un texto es necesario hacer un salto del nivel superficial del texto a un nivel un poco más profundo; en el Diccionario de retórica, crítica y terminología literaria definen la ironía como:

La ironía consiste en decir algo de tal manera que se entienda o se continúa de forma distinta a la que las palabras primeras parecen indicar: el lector, por tanto, debe efectuar una manipulación semántica que le permita descifrar correctamente el mensaje, ayudado bien por el contexto, bien por una peculiar entonación del discurso. (Marchese y Forradellas, 1998, p. 221)

Al utilizar la ironía en un texto se hace necesario que, tanto el autor como el lector, descifren prácticamente dos mensajes, lo que se dice en una primera leída o se puede interpretar de manera ingenua y a lo que se puede llegar con un análisis más profundo y teniendo en cuenta el contexto. Graciela Reyes dice al respecto:

No miente ni finge mentir, sino que hace dos afirmaciones a la vez, la literal y la que ha de sobreentenderse; la literal la atribuye a un lector que ya identificaremos, y a ésa le yuxtapone la propia, no formulada. (Villarrubia Zúñiga, 2010, p. 30)

El poeta Luis Palés Matos (1898 – 1959) se interesa por lo que ocurre en las Antillas, por lo que sucede con la raza negra que es esclavizada una y otra vez por los blancos. Se le considera como el iniciador del negrismo en las Antillas hispánicas. Cuando llegaron los europeos a colonizar América trajeron consigo esclavos negros, de ahí que Suramérica posea múltiples culturas y razas. En el caso de Haití, de donde provinieron la mayoría de esclavos, fueron colonizados por los franceses y muchos de ellos adquirieron costumbres francesas. La ironía permite crear en el lector un concepto sobre lo que se le muestra, concienciarlo de un problema:

Sólo la ironía hace posible esta deconstrucción del modelo colonizador europeo. Ironía que anima todo un programa poético en los dos pórticos del Tuntún, leído en clave irónica, voltea al revés los epítetos con que Europa ha disminuido secularmente a la raza negra, vaciándolos de su carga negativa para exaltarlos como fuerzas vitales. Así, la danza, el ritmo, el sexo y la inmersión en la naturaleza y la magia se convierten en la poesía palesiana en elementos que potencian a la raza negra, y a cuya carencia se debe precisamente el deterioro del mundo blanco. (López – Baralt, 1960,  p.5)
           
Para poder entender el porqué un puertorriqueño escribe sobre el hombre negro, se debe entender un poco la historia de  este país. Durante la colonización de las Antillas, por los europeos, los indios fueron masacrados y quedaban muy pocos de ellos; muchas de las labores del campo no las querían hacer los blancos, por lo tanto, decidieron traer esclavos negros del África para que hicieran las labores más pesadas, pero las condiciones de estos esclavos eran diferentes a los del resto de esclavos en América; afirma el Dr. Díaz Soler:

Por haber sido Puerto Rico una tierra pobre, no pudieron sus habitantes hacerse de grandes contingentes de esclavos; lo contrario ocurría en colonias de mayor desarrollo. Por el hecho de que fueran relativamente pocos los esclavos ligados al régimen de la tierra, los hacendados se vieron obligados a ofrecerles el mejor trato que las circunstancias permitían, a fin de conservarlos físicamente capacitados para las labores del campo. En otras palabras, la escasez de brazos esclavos vino a convertir al africano que vivía en Puerto Rico en un instrumento de trabajo de estimable valor. (Labarthe, 1962, p.2)

Palés Matos escribe dentro de un ambiente de maltratos físicos y humillaciones hacia los negros, tal vez no con el mismo nivel de violencia que recibían los otros esclavos de América, pero seguían siendo esclavos; escribe en sus poemas sobre lo ridículo que es el sentimiento europeo de superioridad hacia las otras razas, tomando así posesión de la vida de miles de negros e indígena; también ironiza sobre ese sentir de algunos negros que fueron esclavizados y luego lograron tener algún puesto “importante” y desean ser europeos o adquirir esa cultura como si fuera indigno ser latino o africano.

Tuntún de pasa y grifería, (1925– 1937) de Luis Palés Matos, se considera uno de los textos más importantes de la poesía antillana sobre la raza negra. Según Alessandra Privitera: Palés ha amalgamado principalmente su saber libresco sobre la geografía, la fauna, la flora y los rituales africanos, logrando transmitir ritmos musicales y demás expresiones culturales en su escritura (Privitera, s.f., p.1).  Dentro de este texto se encuentra el poema “Elegía del duque de la mermelada”:

ELEGIA DEL DUQUE DE LA MERMELADA

¡Oh mi fino, mi melado Duque de la mermelada!
¿Dónde están tus caimanes en el lejano aduar del Pongo,
y la sombra azul y redonda de tus baobabs africanos,
y tus quince mujeres olorosas a selva y a fango?

Ya no comerás el suculento asado de niño,
ni el mono familiar, a la siesta, te matará los piojos,
ni tu ojo dulce rastreará el paso de la jirafa afeminada
a través del silencio plano y caliente de las sabanas.

Se acabaron tus noches con su suelta cabellera de fogatas
y su gotear soñoliento y perenne de tamboriles,
en cuyo fondo te ibas hundiendo como un lodo tibio
hasta llegar a las márgenes últimas de tu gran bisabuelo.

Ahora, en el molde vistoso de tu casaca francesa,
pasas azucarado de saludos como un cortesano cualquiera,
a despecho de tus pies que desde sus botas ducales
te gritan: -Babilongo, súbete por las cornisas del palacio-.

¡Qué gentil va mi Duque con la Madama de Cafolé,
todo afelpado y pulcro en la onda azul de los violines,
conteniendo las manos que desde sus guantes de aristócrata
le gritan: -Babilongo, derríbala sobre ese canapé de rosa!-

Desde las márgenes últimas de tu gran bisabuelo,
a través del silencio plano y caliente de las sabanas,
¿por qué lloran tus caimanes en el lejano aduar del Pongo,
¡oh mi fino, mi melado Duque de la Mermelada!? 


El título del poema muestra la ironía con la que se anhela a este duque, con una elegía, la cual se escribe para lamentar algo que se pierde; en este caso, se pierde al duque de la mermelada. Este genial duque existió durante la presidencia de Faustin I. “Faustin Elie Soulouque fue general y político. A la edad de 62 años fue elegido presidente; dos años después, en 1849, se proclamó emperador, con el nombre de Faustin I” (Tabori, 1961, p.8). Este rey de raza negra quería imitar el modelo francés de los reyes así que tuvo muchos condes, virreyes y todo lo que lo hiciera parecerse al rey de Francia, a cada miembro de su nobleza le entregaba tierras:

Era bien sabido que a la nobleza de Francia, a la que tanto se imitaba, tomaba su nombre de las propiedades que ocupaba, por lo cual se consideró aconsejable que la nueva aristocracia negra se denominará según la propiedad de cada uno. Así, el nuevo propietario de una fábrica de jaleas se enorgullecía de que lo llamaran duque de la Mermelada. (Tabori, 1961, p. 10)

El deseo de los haitianos por ser franceses llevaba a que se viera ficticia su nobleza; la ironía comienza desde el título, el lamento que se hace al perder al duque de la Mermelada, a un ser que se llama de acuerdo a los estándares franceses, pero termina siendo el duque de una comida; se utiliza la ironía para mostrar lo ridículo que es el adquirir otra cultura que no es la propia. En el primer verso se describe a un duque fino y melado, cualidad primera propia de los europeos que desean ser finos y cualidad segunda propia de la mermelada que es dulce o melada.

Este deseo del negro de ser francés se contrasta con su propia realidad al plantearle una pregunta en los versos 2 al 4: ¿qué pasa señor duque con sus caimanes cuando vivía en chozas o aduares en el Pongo, qué pasa con sus baobabs o árboles del África tropical, qué pasa con sus quince negritas? ¿Dónde dejaste tu raza africana, la cambiaste por ser francés? Durante la segunda estrofa se juega con el efecto contrario, el cómo desear ser de otra cultura lleva a denigrar de la propia, diciendo que antes cuando él era africano comía niño y tenía piojos, manera de decir precisamente lo contrario, de ver cómo se acepta la satanización europea de una raza para darle espacio a poner a la otra de modelo.

En la tercera estrofa se muestra que, el darle la espalda a su raza, hace que ese duque se despida de la libertad para siempre, de tener su suelta cabellera de fogatas y sus tambores, y, por el contrario, se hunda en el fango de su deslealtad hasta que se encuentre de frente con su verdadera raza, con su bisabuelo. Ironía que continúa en la cuarta estrofa, hablando de sus azucarados saludos al igual que el dulce que posee la mermelada. Otra manera de ridiculizar se da en la quinta estrofa al transformar el francés en español, llamando a la esposa del duque Madama de Cafolé y mostrando cómo se ha cambiado la tierra, los tambores, la libertad africana por la pulcritud, los violines y los guantes europeos. En la última estrofa se mantiene el mensaje que se ha querido dar durante todo el poema, recordándole al duque de la Mermelada su raza y mostrando lo ridículo que es el renegar la cultura propia para querer ser algo o alguien que simplemente no se es.

La ironía con que se presenta al hombre europeo también se manifiesta en el poema “Lagarto verde”, “que en Puerto Rico evoca la frase “¡Lagarto sea”!, con que popularmente se pretende exorcizar el maleficio de la sola mención de la palabra serpiente.” (López - Baralt, 1960,  p.17)

LAGARTO VERDE

El Condesito de la Limonada,
juguetón, pequeñín… Una monada
rodando, pequeñín y juguetón,
por los salones de Cristobalón.
Su alegre rostro de tití
a todos dice: -Sí.
-Sí, Madame Cafolé, Monsieur Haití,
por allí, por aquí.

Mientras los aristócratas macacos
pasan armados de cocomacacos
solemnemente negros de nobleza,
el Conde, pequeñín y juguetón,
es un fluido de delicadeza
que llena de finuras el salón.

-Sí, Madame Cafolé, Monsieur Haití,
por allí, por aquí-.
Vedle en el rigodón,
miradle en el minué…
Nadie en la corte de Cristobalón
lleva con tanta gracia el casacón
ni con tanto donaire mueve el pie.
Su fórmula social es: ¡oh, pardón!
Su palabra elegante: ¡volupté!

¡Ah, pero ante Su Alteza
jamás oséis decir lagarto verde,
pues perdiendo al instante la cabeza
todo el fino aristócrata se pierde!

Y allá va el Conde de la Limonada,
con la roja casaca alborotada
y la fiera quijada
rígida en epiléptica tensión…
Allá va, entre grotescos ademanes,
multiplicando los orangutantes
en los espejos de Cristobalón.

Dentro de la corte del rey  Cristophe, el primer rey negro de Haití y del cual Faustino I copió su modelo de nobleza, había un Conde de la Limonada, el cual, se presenta en el poema como un niño, porque es todo juguetón y pequeñín: “El blanco le habla al negro de “negrito”, es decir, lo trata como a un niño, lo que supone la autoridad del blanco como adulto.” (Privitera, s.f., p.2) Esta manera irónica de referirse al Conde de la Limonada se reitera con otros adjetivos tiene un rostro de tití y no tiene personalidad porque a todos les dice: “Sí”; cuando se refiere a todos, lo hace hacia los franceses, las Madame y los Monsieur. Se habla de los salones de Cristobalón: “Pero de entrada el poeta también parodia a Cristophe, nombrándolo con el aumentativo despectivo de Cristobalón” (López – Baralt, 1960, p.17).

En la segunda estrofa se da una relación entre los aristócratas y los micos macacos, los cuales, se arman con cocomacacos, una especie de arma hecha de cocos especialmente para ellos; lo cual contrasta con lo que ellos buscan que es la nobleza, la delicadeza y la finura.

En la tercera estrofa se hace énfasis en que a quien quiere imitar el “Condesito de la limonada”, es a los franceses, utilizando Monsieur y Madame, hablando del minué, recordando que su fórmula social es: ¡oh, pardón! Y su palabra elegante: ¡Voluptè!: “Avanzando por la segunda y tercera estrofas, se perfila otro comportamiento característico del sujeto inferiorizado por la acción estigmatizadora de la sociedad europea (francesa en este caso): la “hipercorrección” en el empleo del idioma del conquistador. El ser conquistado por alguien en una guerra hace que quienes fueron sometidos sientan que son inferiores por no haber podido hacer nada para liberarse; se busca parecerse a quien hace daño, a quien “ganó”; a veces la lógica funciona muy al estilo animal, el más fuerte es a quien todos siguen, aunque ese fuerte lo haya logrado de manera sucia, gracias a las armas. Lo primero que se busca para someter a alguien es que denigre de sí mismo, que se sienta inferior y admire al otro, a quien lo somete. 

La burla del colonizador otorga cuerpo a la presión externa. En palabras de Fanon: Si este amigo está sumergido hasta tal punto en el deseo de ser blanco es porque vive en una sociedad que hace posible su complejo de inferioridad, una sociedad que extrae su consistencia del mantenimiento de este complejo, una sociedad que afirma la superioridad de una raza. (Privitera, s.f., p. 4)

En la cuarta y última estrofa ocurre un cambio en el poema, ya no se muestra tranquilo el duque, ni dulce, ni juguetón; cuando se da cuenta o escucha la palabra lagarto verde, que hace referencia a la serpiente, a la traición. El Condesito no se puede mentir a sí mismo mucho tiempo, no puede sostener el ser francés porque simplemente no lo es, por eso pierde la cabeza, su casaca se le alborota, su quijada es fiera, se pone rígido y en tensión, hace grotescos ademanes y se parece a un orangután.

Al esfuerzo obstinado del colonizado por superar el desprecio, a su sumisión admirativa, su aplicada preocupación por confundirse con el colonizador, por vestirse como él, por hablar,  conducirse como él hasta en sus tics y su manera de hacer la corte, el colonizador opone un segundo deprecio: la burla, dirá que el colonizado no es sino un mono. (Privitera, S.f., p.4)

En los dos poemas se ve, de manera clara, la intención irónica del autor; tanto en “Elegía del duque de la mermelada”, como en “Lagarto verde”, se expresa un deseo constante de ridiculizar dos aspectos: el primero, el poder del blanco, que se siente superior al negro y el segundo, el deseo del negro de ser como el blanco, a pesar de que ha sido sometido y maltratado. Este deseo de concienciar o mostrar lo ridícula que es la colonización no solo física, sino también mental está presente en su poesía, especialmente en su “Tuntún de pasa y grifería”, deseando mostrar la cultura antillana como una manera de reivindicar esa cultura. Resaltar el sentir de cada raza, la importancia de sentirse orgulloso de lo que se es y mostrar lo incorrecto de ser otra persona, cuando se adoptan otras maneras de hablar, de actuar o de vestir, no solo se está imitando a otra cultura, sino también se está dando la espalda a la propia, negando el derecho que toda persona tiene a la libre expresión y, por ende, a crear sus costumbres de acuerdo a la realidad en la que se vive, ya que la manera de ver y hacer la vida depende de las vivencias de cada persona.





BIBLIOGRAFÍA

Crespo, V. (2008). Las claves argumentativas de la ironía. Alicante: Universidad de Alicante.

González, J. (1986).  La evolución poética de Luis Palés Matos. Anales de literatura hispanoamericana (15). Madrid: Editorial Universidad Complutense.

Labarthe, p. (1962). La poesía afro-antillana: Luis Palés-Matos. Illinois Wesleyan University.
López – Baralt, M. (1960). La biblioteca negra de Palés: Hacia una parodia de la etnografía. Umbral.

Marchese, A y Forradellas, J. (1998). Diccionario de retórica, crítica y terminología literaria. España: Editorial Ariel, S.A.

Privitera, Alessandra. (s.f.). La representación del “deseo de ser blanco” en los poemas de “Lagarto verde” y “Elegía del duque de la mermelada” de Luis Palés Matos. Universidad Nacional de Rosario.

Tabori, P. (1961). Historia de la estupidez humana. Buenos Aires: Editorial Dédalo.

Villarrubia, M. (2010). La ironía y el humor a través de la literatura. Una dimensión de la pragmática cognitiva en la enseñanza del ELE. Revista de didáctica ELE, 10.










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